Narrativa para la primera ola
Narrativa para la primera ola
Otoño 2019
En la última reunión estratégica de By2020WeRiseUp cerca de Viena, los grupos participantes trabajaron en la definición de los puntos clave y de una narrativa para la primera ola de acción disruptiva en el ámbito de la campaña By2020. El equipo de facilitación recopiló los resultados, controló el termómetro de las cuestiones centrales y recibió el mandato de reunir y homogeneizar los contenidos desarrollados por los participantes.
El texto siguiente es el resultado de este proceso. Está dividido en dos secciones: La parte de la narrativa, que pretende inspirar y empoderar, no dictar estrategias ni presionar a vuestros movimientos. Esto se refleja en el estilo narrativo que hemos elegido. Y una lista de puntos de encuadre que pretende dar un vistazo rápido de las ideas trabajadas en la reunión estratégica y la acogida que encontraron dentro de los grupos.
Narrativa
Es el año 2019. Han pasado décadas desde que nos enteramos de la crisis climática. La falta de acción es increíble. Vivimos con terror. Lo que parecía un problema lejano ha evolucionado hacia una emergencia tras décadas de ignorancia intencionada.
Pero algo ocurrió el último año: algo flotaba en el aire, por primera vez. Una brisa de poder y esperanza alcanzaba nuestro estado de ánimo y nuestra imaginación. No se podía tocar pero algo era diferente. A lo largo del otoño de 2018, nos unimos en marchas y reuniones, miramos a nuestro alrededor y vimos nuevos rostros, más que nunca. El cambio estaba llegando. Tras un verano tórrido, el cambio climático había pasado a encabezar las noticias. El clamor de la ciencia se hizo incluso más apremiante cada año y por fin se empezó a escuchar. Incluso algunas personas de la administración empezaron a decir la verdad. Hemos visto nacer nuevos movimientos; gente que nunca antes había participado en una manifestación, acudió a las marchas climáticas con sus hijos y padres. Las personas jóvenes y mayores se miraban las unas a las otras, y había un destello de reconocimiento, un pensamiento: estamos todas las personas juntas en esto. Podemos complementarnos. Somos aquellas personas a las que estábamos esperando. Ahora hagamos planes para ganar esta batalla.
Durante varios meses, grupos y personas hemos estado hablando entre nosotr@s. Tendiendo puentes sobre antiguas brechas. Compartiendo ideas sobre cuestiones de estrategia y coordinación. Hemos entendido que nuestra diversidad es la clave para provocar un cambio real, no simplemente un nuevo ajuste cosmético dentro del antiguo sistema de explotación. Hemos tenido múltiples llamadas; nos hemos reunido; nos hemos sentado junt@s; hemos llegado a acuerdos, discrepado y planificado.
Al principio, pensamos que tendríamos que luchar por un punto de inflexión en 2020, ya que pensamos que en ningún caso estaríamos list@s en 2019. Pero durante los primeros meses de este mismo año, nos dimos cuenta de que si nos dábamos otros 12 meses, sería demasiado tarde. Ya no contamos con el lujo de tener tiempo. Y entonces una pregunta se empezó a forjar en el fondo de nuestras mentes: ¿necesitábamos todo ese tiempo? ¿O estamos de hecho, finalmente,… preparad@s? Preparad@s con experiencia, con números, con determinación y resolución. ¿Estaríamos más preparad@s, más fuertes, dentro de un año? No, no lo estaríamos. Sólo estaríamos asumiendo un riesgo mayor: dejar pasar lo que considerábamos un punto de inflexión en números, conciencia y acción. Décadas de trabajo nos habían llevado a ese punto. Parecía el momento de convertir esta experiencia y fortaleza conseguidas con gran esfuerzo en una estrategia ganadora.
Ahí es donde la idea de las oleadas de acción tomó forma. Porque, hasta entonces, se había comprobado que un solo día o semana de resistencia no eran suficientes. Habíamos probado a hacer manifestaciones, peticiones, acciones masivas… pero el sistema siempre había tenido la capacidad de ignorar nuestro clamor por la justicia y la vida y seguir adelante “como si nada”. Las macrogranjas industriales, los cruceros de lujo, los Black Fridays… todo seguía intacto. Así que teníamos que concebir un plan para escalar la presión, para asegurar, en la medida de nuestras capacidades e inteligencia, que el sistema se detendría completamente. Y tenemos el poder de hacerlo porque l@s que hacemos que el sistema funcione somos nosotr@s – y no l@s que toman las decisiones políticas y económicas.
La primera ola
La oleada número uno se ha pensado en torno a llamamientos existentes para la acción, como una culminación para meses de acciones y movilización que ya se están preparando; entre otras, del 20 al 27 de septiembre, millones de personas jóvenes a lo largo del mundo van a alzar sus voces por la justicia climática, tal y como han estado haciendo una y otra vez durante el último año. Durante esa semana, grupos por la justicia climática y social pueden apoyar este llamamiento, amplificarlo y mostrar solidaridad en palabras y actos, en acciones y en comunicación en los medios. Este podría ser la mayor huelga coordinada en la historia mundial. Pero como tod@s sabemos: incluso esto probablemente no será suficiente, si tiene lugar de forma aislada, no coordinada con el resto de las personas dispuestas a luchar. Tendrá que ocurrir una epifanía global, una epifanía para la cual muchísimas personas han estado luchando durante mucho tiempo sin conseguir ningún cambio sustancial. Y solo junt@s y con respeto mutuo podremos lograrlo. “Con respeto mutuo” no significa “sin desacuerdo”. Pero en vez de dividirnos en grupos más pequeños, haciéndole el juego al sistema, podemos alzarnos junt@s, cuestionando y refinando las posturas del resto en un enfoque verdaderamente democrático. Afrontar solidariamente lo que hasta ahora hemos afrontado de manera aislada: las injusticias globales y la catástrofe climática global que amenaza con erradicar la vida de este planeta.
Utilizando el impulso construido durante una semana de paros y acciones (20-27 de septiembre), con toda la presión y legitimación que nos brotará de allí, nuestras protestas podrían evolucionar hacia una perturbación masiva durante las siguientes semanas. Sería el momento de llevar nuestras acciones al siguiente nivel, en nuestra diversidad de tácticas, historias y sensibilidades.
Tenemos que considerar algunos hitos y planificar para unir nuestras dinámicas: habrá otra cumbre de Naciones Unidas el 23 de septiembre. El 8 de octubre se cumplirá el primer aniversario del informe sobre los 1,5ºC del IPCC. El 17 y 18 de octubre los gobiernos de la Unión Europea se reunirán en Bruselas para decidir sobre las emisiones de la UE hasta 2030. Tantos de esos momentos simbólicos de toma de decisiones nos han fallado en el pasado, que sabemos que a no ser que se aplique la presión adecuada y de forma coordinada, nada de esto conseguirá acercarnos a donde es necesario para evitar la catástrofe climática y alcanzar una verdadera justicia climática y social.
Así que podríamos venir para quedarnos durante varias semanas. Ningún grupo será capaz de mantener una perturbación efectiva por sí solo durante un período de tiempo tan largo. Pero sabemos que podemos ayudarnos unos grupos a otros, identificando y alterando los objetivos estratégicos para asegurar que sea imposible que continúe el “como si nada”.
Como activistas asentad@s en Europa, tenía sentido para nosotr@s poner el foco en la cumbre de la UE. Los países de la UE tienen mucho poder. A lo largo de la historia han sido (y aún son) responsables de una gran parte de las emisiones mundiales por no hablar de las injusticias globales. Así que pensamos: ¿qué pasa si después del 27, ocupamos o incluso cerramos los puntos críticos del sistema? ¿Si planeamos quedarnos más tiempo que nunca antes? ¿Y si llegamos entonces junt@s a un final común – a lo largo de las fronteras y geografías, movimientos y personas? ¿Recobrando el poder de verdad, tomando nuestras propias decisiones y planificando nuestro regreso? Porque sabemos que no podemos irnos esta vez; vamos a llegar, luchar, descansar, planificar, y regresar y empezar todo de nuevo – hasta que aseguremos la justicia climática.
Hemos acordado que queremos empezar y terminar junt@s esta primera oleada– ya sea en nuestras narrativas o durante un período de tiempo conjunto. ¡Este final será un momento de celebración! No importa lo grande que sea entonces: habremos llegado junt@s y habremos dado el primer paso en un levantamiento coordinado y estratégico. Nos habremos empoderado a nosotr@s mism@s – dándonos cuenta de que no es solo que el cambio es necesario, sino que puede ocurrir. A través de nosotr@s, de nadie más. No nos habremos limitado a decir “¡basta!”. Lo habremos promulgado.
Esto no significa que paremos en Bruselas: podríamos pensar que quizás la ola habrá tomado suficiente velocidad entonces como para ser imparable. Quizás durante la semana después de Bruselas, recobraremos un poder democrático reuniéndonos en asambleas y definiendo los pasos a seguir para asegurar la justicia climática. Y si no estuviéramos ahí aún, eso no importará de ninguna manera: nos lanzaremos a la segunda ola de perturbación en enero de 2020 – con determinación y estrategia de nuevo. Pero también con alegría, amor y una rabia imparables.
Hitos de la primera ola (resumen)
Comienzo
Al parecer la primera ola comenzará con acciones masivas de las organizaciones tradicionales, no directamente implicadas en el marco general de By2020. Un sondeo entre los colectivos presentes en la reunión de Viena reflejó que todos de forma unánime estaban de acuerdo en la fecha del 27 de septiembre como momento de comienzo de las acciones disruptivas, y dos grupos de forma explícita indicaron que la semana anterior se debería dedicar a actividades de prensa y concienciación. En relación al trabajo con las ONGs, se constató la existencia de cierto escepticismo, y hasta un 60% de los colectivos mostraron reticencias. Se sugirió trabajar con mayorías globales representativas para encontrar una estrategia en relación con las ONGs.
Cresta
Teniendo en cuenta la multitud de acciones que ya están planeadas no parece posible acordar un pico temporal de la ola coordinado a nivel europeo. Los picos de acción en la ola, a nivel de cada país, estarán condicionados por las acciones individuales que sean capaces de invocar a un mayor número de gente y/o que atraigan la mayor cantidad de atención mediática. Un grupo sugirió que el no tener una cresta común evitaría desperdiciar energías. Nuestra diversidad de contextos locales no permite un clímax coordinado. La idea de dirigir nuestras acciones hasta las capitales de los países/regiones gozó de un 80% de acuerdo, pero la mitad de los grupos se opusieron a que esta idea se incluyera de forma explícita en la narrativa de la primera ola.
Final
Hubo un acuerdo casi general respecto a tener una narrativa para el fin de la ola, y un consenso respecto a enmarcar este final bajo el mensaje de “este no es el final, volveremos”. Como acto final simbólico de la primera ola se propuso un encuentro en Bruselas en torno al Consejo europeo que decidirá los objetivos climáticos para 2030 (17-18 de octubre). Es probable que este solo sea un punto final provisional, tanto si lo presentamos así o no. Aunque este hito fue sugerido como final por varios grupos, el sondeo que se hizo indicó un menor entusiasmo respecto a la idea de utilizar esta (o cualquier otra fecha) como una fecha fija de punto final. Mencionar la cumbre como la fecha final provisional dejando abierta la opción de continuar con la perturbación después, fue una idea casi unánimemente apoyada. Se llevó a cabo un sondeo aparte para ver si los grupos participantes estarían dispuestos a continuar más allá del Consejo europeo siempre y cuando tuvieran fuerzas suficientes para ello, y el 70% estuvo de acuerdo con esta idea.
Elementos comunes de la narrativa del final de la ola son:
- Celebración de los resultados
- Descanso y recuperación
- Compromiso de continuar la lucha, anuncio explícito de la segunda ola
- Finalización conjunta
- Recobrar el poder
Tareas para el periodo entre la 1ª y la 2ª ola incluyen:
- Descanso
- Negociación
- Movilización
- Formación a la acción
- Trabajo antirrepresivo